sábado, 26 de octubre de 2013

Salvajismo de la represión previa al golpe militar en Córdoba

Mario Ferrero y Gonzalo Vaca Narvaja, familiares de víctimas del terrorismo de Estado, dieron cuenta del salvajismo de la represión previa al golpe militar en Córdoba.

En la audiencia 90 del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el circuito represivo del Tercer Cuerpo de Ejército, atestiguó Mario Roberto Ferrero, hermano de José Miguel Ferrero, secuestrado en la zona de Ferreyra el 18 de octubre de 1975, junto con los hermanos Oscar Domingo y Juan José Chabrol, con quienes militaba en la Juventud Guevarista del Partido Revolucionario de los Trabajadores.

A pesar de que aún existía un gobierno constitucional, la detención de los jóvenes no fue reconocida por ninguna fuerza de seguridad y Ferrero junto a Pablo Chabrol, padre de Oscar y Juan, asumieron la “dolorosa tarea” de visitar la morgue. “Conocíamos que había asesinatos y enfrentamientos fraguados donde pensábamos que podían aparecer los cadáveres de nuestros hermanos y amigos. Ver ahí personas mutiladas y desfiguradas fue muy terrible para mí. Los recuerdos duelen mucho”, dijo el testigo con la voz quebrada.

“Pasaron los días y alguien en la morgue nos dijo que no fuéramos más, que corríamos peligro, que nos iban a agarrar a nosotros también. Yo cuando me di cuenta que los chicos estaban muertos y que nuestras vidas corrían el mismo peligro, tomé la decisión de irme a trabajar al norte del país”, añadió.

Alrededor de veinte días después del secuestro, un comunicado de la banda ultraderechista Comando Libertadores de América, publicado en el diario La Voz del Interior, asumía que “los chicos habían sido ejecutados”, recordó Ferrero.

“Voy a mirar a las personas sentadas en el banquillo de los acusados –manifestó al terminar su declaración-, para pedirles que si les queda un resto de humanidad digan dónde están los restos de los familiares y digan donde están los nietos. Las abuelas tienen poco tiempo ya y necesitan encontrar sus nietos”.

Por su parte, Gonzalo Vaca Narvaja (foto), hijo del abogado y político Miguel Hugo Vaca Narvaja, secuestrado el 10 de marzo de 1976, relató que estando con sus padres en su casa de Villa Warcalde irrumpió “una horda de sujetos con armas de todo tipo”, que bajo amenazas y luego de saquear los objetos de valor se llevó al jefe de la familia.

En los días siguientes, la familia presentó habeas corpus y recurrió en vano al cardenal Raúl Primatesta, al dirigente radical Eduardo César Angeloz y al ex presidente Arturo Frondizi, quien les explicó que la situación estaba “muy difícil” y les sugirió “buscar una embajada para refugiarse en otro país”.

“Había un peligro inminente para toda la familia. Siguiendo con lo que habían hecho con los Pujadas (asesinados el 14 de agosto del 75), había una posibilidad cierta de que no quedara un Vaca Narvaja vivo en Córdoba”, explicó el testigo, antes de narrar lo que definió como “el asalto al consulado de México”, donde los “trece chicos y trece adultos” que integraban la familia acudieron en busca de asilo político el 23 de marzo del ‘76, en vísperas del golpe militar.

El 12 de agosto de 1976, Miguel Hugo (hijo), hermano mayor del testigo, fue sacado de la cárcel de San Martín y fusilado en un descampado junto a otros dos presos políticos, asesinato del que los Vaca Narvaja se enteraron durante su exilio en Mexico.

Al destino de su padre lo conocieron recién en 1985, cuando ya de regreso una abogada los citó para relatarles el hallazgo de los hermanos Carlos y Hugo Albrieu en abril del ‘76: “Mientras caminaban frente a las vías en la calle Liniers, se dan con una bolsa de polietileno, de la cual emerge una cabeza humana, que tenía un orificio en el ojo y daba más o menos entre 50 y 60 años. Llaman a la Comisaría 7ª, peritan, toman fotografías, se llevan la cabeza y nunca los llaman a declarar”. Tiempo después, al gestionar un certificado de domicilio, un policía les dijo:

-Ah, la (casa) de la cabeza…
-¿De quién era la cabeza?
-De Vaca Narvaja.

Luego de citar ese diálogo, el testigo reflexionó: “No hay una palabra para determinar en qué categoría poner a estos tipos. Yo soy editor y necesito una palabra para designarlos, pero no la he encontrado”.

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